domingo, 4 de octubre de 2009

LA COMIDA Y LAS PLUMAS

Había una vez (y ésta es una historia verdadera) un estudiante que solía ir todos los días a sentarse a los pies de su Maestro, para anotar en un papel todo lo que ésta decía.
Estaba tan inmerso en sus estudios, que era incapaz de realizar ninguna actividad de provecho. Una noche, cuando llegó a casa, su mujer le puso por delante un cuenco tapado con una servilleta. El la cogió y se la puso en el cuello, y entonces vio que el cuenco estaba lleno de... papel y plumas.
“Como esto es lo que haces todo el día”, le dijo su mujer, “intenta comértelo”.
A la mañana siguiente, como de costumbre, el estudiante fue a aprender de su maestro. Aunque las palabras de su mujer le habían afligido, no se puso a buscar un empleo, sino que se dispuso a continuar con sus estudios.
Después de unos minutos de estar escribiendo, se dio cuenta de que su pluma no funcionaba bien. “No importa”, dijo el maestro, “ve a ese rincón. Coge la caja que hay ahí y ponla delante de ti”.
Cuando se sentó con la caja y abrió la tapa, descubrió que estaba llena de... comida.

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