jueves, 1 de octubre de 2009

EL CUARTO DISPONIBLE

Un hombre necesitaba dinero, y la única forma de
conseguirlo era vendiendo su casa. Sin embargo, no
quería venderla en su totalidad.
Así que convino, por contrato con los nuevos dueños,
en tener uso completo y sin restricciones de uno de los
cuartos, en el cual podría guardar en cualquier momento
sus pertenencias.
Al principio el hombre guardaba pequeños objetos en
el cuarto y acostumbraba ir a verlos sin molestar a nadie.
Luego, cuando cambiaba de trabajo de tiempo en
tiempo, guardaba ahí las herramientas de su oficio.
Los nuevos dueños no protestaban.
Finalmente, comenzó a guardar en el cuarto gatos
muertos, hasta que el aire de toda la casa se volvió
irrespirable por el efecto de su descomposición.
Los dueños apelaron a la justicia, pero los jueces
sostuvieron que la molestia era compatible con el contrato.
Finalmente vendieron la casa nuevamente a su
primer dueño, perdiendo mucho en la transacción.

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