lunes, 9 de noviembre de 2009

CINCO MIL

Un hombre dijo al Custodio de la Puerta de Alepo:
-Hace veinte años que vivo en el Khanqah, el retiro del Maestro de la Época, en Turquestán.
El Custodio preguntó: «¿Que has aprendido?».
-No sé si he aprendido algo -respondió el otro. Mientras estuve allí la gente llegaba y se iba. Algunos eran despedidos, otros se desanimaban. Finalmente yo decidí alejarme.
Dijo el Custodio:
-Hay un gran Sufí que vive al lado del Pequeño Mercado. Quizá pueda darte consejo.
El hombre de Turquestán concurrió al Pequeño Mercado y al ver al gran sufí exclamó:
-¿Eres acaso un impostor? Pues no eres otro que el hombre que durante veinte años se presentaba en el Khanqah y sembraba dudas en mi mente acerca de mi Maestro.
El Sufí sonrió y respondió:
-Uno de mis deberes es poner a prueba a los discípulos, ¿y qué mejor manera de probarlos que ser uno de ellos y criticar y dar pie a su descontento?
-¿Pero qué me dices de los demás? ¿ Es que realmente los otros discípulos eran todos santos que fingían ser otra cosa?
-De tal modo está compuesto el grupo de moradores del Khanqah, que algunos son ignorantes y otros son personas iluminadas que se comportan como si fuesen ignorantes, pero también hay quienes no son ni una ni otra cosa. Sólo ves la superficie. Durante tus dos decenios en el Khanqah, cinco mil de los que no hicieron bulla alguna, a muchos de los cuales ni siquiera miraste y te parecieron ser poco importantes, recibieron su propia iluminación.

No hay comentarios:

Publicar un comentario